Este hijo de las Afortunadas nació en el pueblo de Candelaria, isla de Tenerife, hacia el año de 1835.
En Santa Cruz de Tenerife empezó sus estudios, practicando en los hospitales civiles y militares de la muy noble y heroica capital, con notable aprovechamiento, bajo la inmediata dirección del acreditado facultativo D. Bernardo Espinosa y otros apreciables profesores, que le distinguían como discípulo aventajadísimo en la ciencia.
Mas, viendo Llarena Mesa que en su país no contaba con los recursos necesarios para concluir su laboriosa carrera, emigró a Cuba por los años 1856-57, con el fin de unirse a su hermano D. Ignacio, que se hallaba establecido en el pueblo de la Macagua.
Ya en La Habana, nuestro comprovinciano entró a practicar en los hospitales militares bajo la dirección de acreditadísimos profesores, sin descuidar ni una siquiera de las lecciones teórico-prácticas de sus ilustrados maestros, adquiriendo, a fuerza de voluntad y grandes desvelos, un caudal de conocimientos en la materia.
De La Habana, ya bastante adelantado en sus estudios, trasladó su residencia al histórico pueblo de la Macagua, jurisdicción de Colón, colocándose en el ingenio La Angelita donde prestó sus valiosísimos auxilios a la desvalida dotación de esclavos, con aplauso general de todos aquellos desgraciados y, muy especialmente, de los enfermos de las fincas inmediatas, que continuamente le buscaban porque, siempre generoso y humano, jamás dejó de asistir con la oportunidad debida donde se le llamaba, aunque siempre con timidez por carecer de un título legal para ejercer con toda libertad y franqueza su profesión.
Entonces, protegido por su honrado y laborioso hermano D. Ignacio, pasó a los Estados Unidos a continuar sus estudios en las universidades literarias de la gran república, obteniendo, en buena lid y con notable aprovechamiento, el honroso diploma de doctor en Medicina y Cirugía Legal, título que luego revalidó en la Central de Madrid, incorporándose más tarde en la de La Habana.
De regreso a Cuba, el Dr. José Llarena Mesa se estableció nuevamente en la rica y extensa comarca de Colón, pero, envuelto en los sucesos políticos de los diez años, se vio en la precisa necesidad de emigrar a su país natal, con su otro hermano, D. Miguel, que escapó a uñas de caballo después de haber pasado por la terrible pena de saber que a su respetable hermano D. Ignacio, en unión de seis operarios más del ingenio La Angelita, lo habían ejecutado en los próximos montes del pueblo de la Macagua, a consecuencia de una falsa denuncia del capitán de Chapelgorris llamado Fernández, que luego, aprovechando la oportunidad de las perturbaciones del momento, se hizo por sí y ante sí, administrador de la finca azucarera, y no sabemos si hasta dueño, porque el Fernández, que fungía de juez de paz, etc., era un poco travieso, según tuvimos la oportunidad de oír hablar en el contristado pueblo de la Macagua en aquel calamitoso día.
¡Cuántos misterios encierran las páginas sangrientas de los sucesos políticos de Cuba en los diez años! ¡Dios quiera que tales acontecimientos, aislados o colectivos, desaparezcan, de una vez y para siempre, del planeta Tierra, y que sólo impere la armonía universal!

Gracias por el artículo. José Llarena Mesa era mi bisabuelo.
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