[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: Historias paranormales / Leonardo Masina

14-09-2003

Leonardo Masina

Como empleado de IBM y por trabajo para IBM tuve que viajar bastante.

En la primavera de 1971 estuve en Londres un mes y me hospedé en un hotel cerca de Hyde Park.

Recuerdo que la encargada era un bella mujer de origen árabe, casada con el director del hotel, y que siempre me comentaba que tenía una prima en Venezuela que era una actriz de telenovelas (yo ni sabía quién era), y que algún día iría a Venezuela a visitarla.

Recuerdo también que en el hall del hotel había una de esas slot machines, y todas las noches, antes de irme a acostar, ponía yo una moneda en la máquina, halaba la palanca y me iba, y esta mujer me preguntaba por qué nunca esperaba a ver si había ganado.

La última noche, y ya que tenía que salir temprano para Greenock (Glasgow) por la mañana, les pedí que me tuviesen preparada la cuenta, e hice lo de siempre, pero cuando iba por el pasillo rumbo a mi habitación empezaron a sonar sirenas y campanas.

Me asusté porque pensé más bien en una alarma de incendio, pero resultó que yo había hecho el jack pot. Y en recepción me dijeron que por la mañana sacaríamos cuentas.

En efecto, cuando por la mañana fui para el checkout me encontré mi factura y un fajo de billetes. Era lo que me quedaba después de haber pagado el hotel, ¡y era una buena cantidad!

Al cabo de unos años, exactamente en el verano de 1974, volvía yo de un curso del S/7 Marítimo, en Bruxelles, y ya que lo último del curso era una práctica en el “Prince Philippe”, un ferry que hacía la ruta Ostenda Dover, en lugar de volver a Bélgica para luego irme a Paris y de allí a Caracas, me las arreglé para quedarme en Dover e irme luego a Londres para tomar un vuelo esa misma noche y así poder regresar a Caracas un día antes.

Como sufro de claustrofobia, en el avión intento dormirme para así desconectarme y viajar tranquilo.

Recuerdo que en ese viaje de regreso a Caracas cené y caí en un entresueño, y que cerca de mí estaba una mujer que no hacía más que hablar de espíritus, fantasmas, reencarnaciones, y cosas paranormales.

De repente hubo un gran estruendo y un salto en el vacío que no paraba; parecía la bajada de una montaña rusa. Una azafata se partió una pierna, y hubo algunos heridos más.

Cuando pude abrir los ojos me encontré en medio de gente rezando y, en mi entresueño, modestamente pensé: «Ya estoy en el Paraíso».

Luego me di cuenta de la realidad: había sido un vacío de aire muy grande, y el avión había perdido no sé cuánto de altura. Afortunadamente no pasaron cosas mayores.

Parece que ese susto le dio más ánimo a la mujer espiritista, pues con sus temas paranormales puso a todo el mundo con los pelos de punta.

De pronto recordé algo y le dije: «Yo sé leer la mente y el pensamiento». Y, haciendo un poco de farsa, le conté un poco de su vida: le dije que era egipcia, que trabajaba o había trabajado en un hotel, y que iba a Venezuela a visitar a su prima que era una actriz famosa, etc.

La mujer se acojonó tanto que nos dejó descansar todo el resto del vuelo, pues no volvió a abrir la boca, y así pude volver a dormir.

Cuando, poco antes de aterrizar, nos despertaron para el desayuno, la mujer tenía el aspecto de alguien que ha pasado una mala noche. Sus ojos parecían los de un búho, y no paraba de mirarme, pero no se atrevía a dirigirme la palabra.

De repente le pregunté:

—¿Cuántas personas hicieron el jack pot en la slot machine de su hotel?

Ella me contestó:

—Que yo recuerde, una sola: un muchacho que venía creo que de Venezuela.

Y le contesté:

—¡Ese muchacho soy yo!

Por poco me pega. Empezó a decirme de todo porque le había hecho pasar una noche terrible creyendo que de verdad yo podía leer el pensamiento.

Éstas son de esas casualidades que le pueden ocurrir a uno una sola vez en la vida,… como la de ganar el jack pot.   

4 comentarios sobre “[*IBM}– Del baúl de los recuerdos: Historias paranormales / Leonardo Masina

  1. Vaya, Carlos, veo que tienes bien guardadas todas mis historias. Voy a tener que pedirte «derecho se autor».

    A colofón de esta historia hay que añadir algo que me olvidé contar, y es que la mujer viajaba con su marido y su hijo. Y cuando bajamos del avión, estando ya en la fila del chequeo de los pasaportes, el marido se me acercó y no sabía cómo agradecerme de lo que yo había hecho, ya que eso le había permitido unas horas de silencio para poder reposar, ya que reconocía que a su mujer no había manera de cerrarle el pico.

    Me gusta

Deja un comentario